martes, 29 de marzo de 2011

La Dama del Lago



Se detuvo junto al lago.
Había llegado atravesando una profunda garganta, cortada brutalmente por el paso de las aguas a través de los siglos.
Se alimentaba del bravo fluir del rio que moría en cascada. Alrededor se adornaba con los picos más altos de la cordillera circundante.
Lo encontró al final del tupido bosque.
¿Quién pensaba encontrar algo así?
¡Qué belleza! , nunca nadie imaginó un paraje igual.
¡Qué soledad! Pensó al mismo tiempo.
A sus pies, el agua del rio seguía alimentando el lago precipitándose al vacío y rompiendo el silencio. El crepitar de su choque se convirtió en verdadera música para sus sentidos. El salpicar de las gotas al romper se mezclaba con la luz del sol, haciendo brotar infinidad de pequeños arco iris, convirtiéndolo en el mejor evento audiovisual de su vida.
Alrededor, el bosque, abrazaba al lago cubriéndose de colores que iban del rojo al amarillo pasando por el ocre y dejando un manto de hojas sobre el suelo que le pareció una alfombra digna de cualquier rey.
Su mente comenzó a llenarse de bellos recuerdos.
Se dejó caer sobre el lecho de hojas de un roble y dejó volar su imaginación.
Cerró un momento los ojos notando la caricia del sol candente sobre sus párpados y mejillas.
De pronto se hizo el silencio, ya no se escuchaba nada, ni el viento sobre las hojas, ni el salpicar de la cascada, ni el incesante canto de los pájaros.
Abrió los párpados y poco a poco se fue aclarando la visión.
Comenzó a distinguir una figura.
¡Parecía una mujer en medio del lago!
Comenzó a emerger de las aguas como si flotase. Sus pies no se movían, sus brazos tampoco.
Su sonrisa hablaba de besos y sin embargo no decía nada.
Sus ojos, brillaban de tal forma que retaban los destellos del sol.
Llego hasta sus pies, se inclino y rozando con las yemas de los dedos su mejilla, acercó sus labios para susurrar……
……Despierta.
Despertó sobresaltado.
El sonido del lago, los pájaros y el viento habían regresado.
Mantuvo su sonrisa intacta durante unos segundos, el tiempo que tardó en darse cuenta que su dama del lago no estaba allí.
Cerró de nuevo los ojos y esperó.
Esperó que todo volviese a callar, que nada irrumpiese en su sueño, que ella llegase de nuevo.
Esperó que le abordase la dicha de verla otra vez, aunque fuese un fugaz instante.

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