miércoles, 30 de marzo de 2011

MANOS QUEBRADAS



Luces dos rizos sobre tu frente.
Tapan  pero no esconden.
Sueño con rozarte con mis dedos apartándolos a un lado.
Avanzas y tus caderas me dicen que estás viva.
Me otorgan permiso para morir de deseo.
Mis manos torpes se  atrofian con los años esperando tenerte cerca.
Quebrarán por las muñecas, caerán y romperán el oscuro pozo de la insolencia.
Tocaré sin permiso y si sonríes con los ojos, seré malvado de por vida, romperé tus límites y los míos, fundiré tu carne con la mía envueltos en sábanas y sudor, hasta que solo tú decidas separarnos.
Aparto tus rizos a un lado.
Sobre tu piel, un lunar y una invitación al gozo.

Algún Día




Cuando uno se sitúa en un puente y ve pasar el cauce del rio, rugiendo en forma incesante, se pregunta si no se agotarán sus aguas.

Algún día, sin pensarlo, me buscarás donde haya un sol, donde el mar termine de vivir, donde nazca y muera la tierra, donde lloren las cigarras. 

Allí te estaré esperando, acurrucado a tu sombra venidera, recordando el dormir junto a tu abrigo, dibujando tu sonrisa al horizonte.

Pensaré en tu ausencia sin reproches, en lo que pudo ser y no fue, en el pálpito que sentí  al unir nuestros pechos, en aquel abrazo interminable que cambio mi vida para siempre.

Viviré lo que me queda, con la esperanza de alzar la vista un día y reconocer  la mirada de ojos azules y brillantes, con indicios de lagrimas felices.

Algún día, cuando menos te lo esperes.....Me echarás en falta.

martes, 29 de marzo de 2011

Se me ha perdido una risa


Se me ha perdido una risa.
Cayó una noche sin manto
de luz, estrellas y luceros.

Por más que alargo mi brazo
la noche no deja verla,
 me hace perder su rastro.

Se me ha perdido una risa,
se me ha perdido llorando.
 Cayó sin fuerza a un abismo.
Tiemblan de rabia mis labios.

Se me ha perdido una risa,
 se me ha marchado el encanto
que yo entregué con mis ojos,
 con mi vida y con mis manos,
con la fuerza del olvido,
 con la dicha del amado,
 con la fiesta, con los verbos,
 con las fuentes y los lagos.

Se me ha perdido una risa,
 si la encuentras , sin reparo,
devuélvemela corriendo,
que me muero si no canto.

Seme ha perdido una risa,
se me ha muerto mi descaro,
mi impaciencia por la vida,
mi locura de soslayo,
mi terrón de azúcar blanca,
mi ilusión de ser amado,
mi canal directo al cielo
de tus ojos regalados.

Se me ha perdido una risa,
¿Quién me cura de este espanto?

La Dama del Lago



Se detuvo junto al lago.
Había llegado atravesando una profunda garganta, cortada brutalmente por el paso de las aguas a través de los siglos.
Se alimentaba del bravo fluir del rio que moría en cascada. Alrededor se adornaba con los picos más altos de la cordillera circundante.
Lo encontró al final del tupido bosque.
¿Quién pensaba encontrar algo así?
¡Qué belleza! , nunca nadie imaginó un paraje igual.
¡Qué soledad! Pensó al mismo tiempo.
A sus pies, el agua del rio seguía alimentando el lago precipitándose al vacío y rompiendo el silencio. El crepitar de su choque se convirtió en verdadera música para sus sentidos. El salpicar de las gotas al romper se mezclaba con la luz del sol, haciendo brotar infinidad de pequeños arco iris, convirtiéndolo en el mejor evento audiovisual de su vida.
Alrededor, el bosque, abrazaba al lago cubriéndose de colores que iban del rojo al amarillo pasando por el ocre y dejando un manto de hojas sobre el suelo que le pareció una alfombra digna de cualquier rey.
Su mente comenzó a llenarse de bellos recuerdos.
Se dejó caer sobre el lecho de hojas de un roble y dejó volar su imaginación.
Cerró un momento los ojos notando la caricia del sol candente sobre sus párpados y mejillas.
De pronto se hizo el silencio, ya no se escuchaba nada, ni el viento sobre las hojas, ni el salpicar de la cascada, ni el incesante canto de los pájaros.
Abrió los párpados y poco a poco se fue aclarando la visión.
Comenzó a distinguir una figura.
¡Parecía una mujer en medio del lago!
Comenzó a emerger de las aguas como si flotase. Sus pies no se movían, sus brazos tampoco.
Su sonrisa hablaba de besos y sin embargo no decía nada.
Sus ojos, brillaban de tal forma que retaban los destellos del sol.
Llego hasta sus pies, se inclino y rozando con las yemas de los dedos su mejilla, acercó sus labios para susurrar……
……Despierta.
Despertó sobresaltado.
El sonido del lago, los pájaros y el viento habían regresado.
Mantuvo su sonrisa intacta durante unos segundos, el tiempo que tardó en darse cuenta que su dama del lago no estaba allí.
Cerró de nuevo los ojos y esperó.
Esperó que todo volviese a callar, que nada irrumpiese en su sueño, que ella llegase de nuevo.
Esperó que le abordase la dicha de verla otra vez, aunque fuese un fugaz instante.